Desgraciadamente la delincuencia va en incremento…….
“Yo sé que esto está mal, pero la necesidad…”, son las palabras que siempre escuchamos cuando un delincuente busca excusar sus actos.
El día comienza desde muy temprano para estas personas que son conocidas como “huachicoleros”, la tarea no es fácil ya que deben no sólo robar combustible altamente inflamable a Petróleos Mexicanos (Pemex), también deben burlar a la autoridad mexicana.
Con cubetas, tambos y demás recipientes, grupos bien organizados comienzan su operación en busca de sacar de las entrañas de la tierra el preciado combustible que venden clandestinamente a 11 pesos, un ahorro si recordamos que el precio establecido legal es de 16.45 pesos por litro de gasolina magna.
Observar el modus operandi de estos grupos nos hace pensar que no son una improvisación. Pobladores del centro del país aprendieron a ponerse de acuerdo con tal de sacar una tajada de las operaciones.
Un testimonio más para este fenómeno delincuencial es la entrevista de El País a uno de esos llamados “huachicoleros”.
De nombre ficticio “Miguel”, para no revelar su verdadera identidad, el señor trata de justificar lo que hace con una excusa clásica.
“Mira, yo sé que esto está mal, pero la necesidad… El dinero es muy… Vaya, ver dinero es muy adictivo. Compras todo con dinero, todo”, afirmó el huachicolero a El País.
El señor concedió la entrevista acompañado de su familia, quienes acababan de volver de unas vacaciones en Cancún. Se le nota relajado y con un gesto que demuestra entre vergüenza y orgullo.
“Miguel” asegura que antes de ser un huachicolero, era un policía que no tenía la oportunidad de lujos pues su salario era muy limitado a comparación de lo que percibe actualmente.
Si uno observara a “Miguel”, costaría trabajo pensar que ese señor es uno de los tantos ladrones de combustible que han puesto en duda la gobernabilidad en el centro de México.
Hace apenas dos semanas, un grupo de ladrones como él se enfrentaron al Ejército en Palmarito, una pequeña comunidad del estado de Puebla, donde cuatro civiles y seis militares perdieron la vida.
Desde entonces, más de dos mil militares cuidan esa pequeña franja de tierra azotada por la delincuencia.
“Miguel” cuenta a El País que tiene en su poder dos camiones y ocho depósitos portátiles con capacidad para ocho mil litros de combustible. Asegura que roba gasolina de un ducto de Pemex en uno de los municipios del triángulo rojo, la zona más afectada de todo México.
“Inició con poca gente. El problema es que cuando algo inicia, si no lo combates, tiende a desarrollarse. Y eso sucedió. Al principio las policías municipales hacíamos contrapeso. Decomisábamos lo que podíamos y no había tanta oposición de la gente. Al contrario, te avisaban de que algo pasaba. Pero se empezaron a organizar también ellos. Y nos abandonó el Gobierno federal”, afirma el huachicolero.
Un dato que sorprende es que da trabajo a cuatro vigilantes y dos choferes cada vez que va a “cargar combustible”. Y todo eso, dice, en apenas tres años.
“Antes ganaba dos mil 700 pesos a la quincena, ahora puedo sacar hasta 250 mil pesos a la semana”, asegura el Huachicolero.
Ese mismo hombre que antes se dedicaba a velar por la seguridad y el orden de su país, ahora se dedica a robar y enfrentar a sus excompañeros, un problema que para él, se ha descontrolado. Asegura que no tiene que ver la cantidad de gasolina robada, más bien por la agresividad de los mismos huachicoleros.
“Yo empecé después. Pero ya en el medio empiezas a conocer a todo ese tipo de gente. Y cuando estás sin empleo eres vulnerable a querer ganar dinero fácil. Y te involucras”, afirma el huachicolero.
Fue en 2014 cuando el robo de combustible en México estaba en pleno crecimiento. Sólo en Puebla, hogar del llamado “Triángulo Rojo”, las autoridades detectaron 337 tomas clandestinas. Un 60 % más que en 2013. Para 2016 llegaron a ser mil 533 tomas.
El huachicolero cuenta a El País que al principio empezó como halcón, la persona dedicada a vigilar que no lleguen las policías, ni el Ejército, mientras otras personas sacaban el hidrocarburo.
“Ahí estuve ocho meses. En el medio delincuencial vas ganando confianza y grados. Hasta que llegas a ser, no sé, ¿líder? O al menos persona de confianza”, asegura.
Después de generar confianza e ir avanzando de rango, “Miguel” cuenta que tuvo la oportunidad de ganar dinero para comprarse una camioneta e invertir en contendores, equipo, un chofer y otros halcones. Cambió de trabajar para una persona, a sacar su propio hidrocarburo.
El huachicolero asegura que las regiones en México tienen dueño ya que de Veracruz a Palmar de Bravo, es territorio de El Buchanan’s. De ahí hasta casi la ciudad de Puebla, pertenece a El Toñín.
La pregunta que todos nos hacemos sería ¿cómo saben donde están ubicados los ductos? Pues el huachicolero asegura que: “Hace años, hubo una explosión en una zona de Veracruz y protección civil de los municipios le echaron pleito a Pemex, porque no sabían por donde pasaba el ducto. Les pidieron los planos. Por precaución, para saber dónde no excavar y demás. La paraestatal decidió darle los planos de los ductos a los presidentes municipales. Aquí estaba el presidente Aquino, el año 2006 más o menos. Y se intensifica el robo. Ya con el planito, ya te buscas quien te lo haga”.
Al final, el huachicolero asegura que es difícil salir de ese círculo pues “si entras, ya le tienes que aceptar siempre. Imagínate que acepto y luego les quedo mal. Me matan”.
Actualmente el robo de combustible en México se ha hecho un verdadero problema pues, según datos oficiales, el país pierde entre 780 millones de dólares y mil millones de dólares anuales, sin contar con toda la red de corrupción y muerte que conlleva.
Por Vicente Rendón
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