Natural o artificial, ¿qué tan ecológico es tu árbol de Navidad?

Cada año la disyuntiva es la misma para quienes gustan del arbolito navideño: ¿natural o artificial? Los motivos para decidir son variados: la estética, el tamaño, qué tanto contamina y cómo hay que deshacerse de ellos.

Un artículo de John Collins Rudolf para The New York Times dice que los estadounidenses prefieren los árboles artificiales que los naturales, y que esta decisión se basa principalmente en falacias como la “deforestación”.

La ignorancia es grave y se refleja en los números, pues las ventas de árboles artificiales de este año se acercan a los 13 millones de ejemplares, que se suman a los 40 millones millones de árboles de Navidad de plástico en casas y negocios de todo Estados Unidos; un número todavía bastante arriba de los cerca de 30 millones de árboles naturales.

La mayoría de las personas que adquieren un árbol artificial defienden la idea de hacerle un favor al planeta, pues si compran uno de plástico y metal ayudan a que no se talen árboles, por ejemplo. Pero la realidad es otra: no es tala, es corta de plantaciones forestales que, incluso, proveen de servicios ambientales a las ciudades, como la protección de los suelos, la captura de carbono y liberación de oxígeno.

Según la historia de The New York Times, se le preguntó a una clienta sus motivos para comprar un árbol artificial, la respuesta fue que si ella mantenía durante 10 años esa compra, evitaría que 10 árboles fueran talados, y entonces vendrían los beneficios que ello implica.

Lo cierto es que no, un estudio hecho por Ellipsos, una consultora ambiental canadiense, descubrió que un árbol artificial debe reutilizarse por lo menos 20 años para ser más ecológico que uno natural. Los cálculos de este análisis incluyeron el uso de recursos, las emisiones de gases de efecto invernadero y los impactos de la producción de los árboles en la salud.

Las emisiones anuales de carbono ligadas al uso de un árbol real cada año representan sólo un tercio de las que emiten los árboles artificiales en una vida útil promedio de seis años. Eso, más el hecho de que la mayoría de los árboles falsos contienen pvc y cloruro de polivinilo, dos materiales probados como cancerígenos.

La conclusión es sencilla: el impacto ambiental de los árboles de Navidad naturales es significativamente menor que el de los árboles artificiales. Y no sólo eso, su desecho es más amigable, pues los árboles naturales no nada más sirven para adornar, después se pueden usar como composta, que ayuda a que los ciclos de la flora del planeta inicien.

En el caso de México, hasta el 2016, en el país se consumían alrededor de 1.8 millones de árboles de Navidad naturales por año. Un millón de importación y el resto, mexicanos. El 60 por ciento de ese total se compró en la CDMX.

Las decisiones son libres, no se trata de atacar o favorecer a una industria, pero siempre es mejor estar informado.

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