Hoy en día el feminismo se ha vuelto un movimiento grande y fuerte, esto gracias a la marcada diferencia de géneros que a cada momento reta a las mujeres a luchar para salir adelante.
Cómo lo asegura la directora de cine español, Nely Reguera, “el feminismo está de moda y hay hombres a quienes no les gusta”. Eso es una clave para entender ese movimiento que sólo busca igualdad, pero que muchas veces es confundido por extremismos tanto de hombres, como de las mismas mujeres.
Una “rama” del feminismo es el urbanismo feminista, un segmento que busca diseñar y construir ciudades que brinden las mismas oportunidades a ambos sexos. Peticiones como dejar de priorizar la movilidad lineal (de casa al trabajo) e incluir la movilidad dinámica, como llevar a los niños al parque o hacer las compras en una ruta accesible en la planificación de las ciudades son parte de los objetivos.
En síntesis, se trata de una nueva forma de modificar y crear espacios que se enfoquen en atender la experiencia de las mujeres a partir del rol de cuidadoras que históricamente se les ha asignado.
Desde su conformación, los colectivos feministas han asegurado que el modelo de ciudad actual tiende a poner en el centro lo productivo y remunerado, que según ellas está vinculado a los hombres. Por su parte el ámbito de lo reproductivo, del que aseguran se encargan mayoritariamente las mujeres, es invisible.
“En un mismo trayecto llevemos a los niños y niñas a la escuela, ir al trabajo, al salir pasar por la panadería a comprar el pan, volver a la escuela a recogerlos, ir al centro médico a acompañar a un familiar y a la salida ir un rato al parque para que jueguen”, aseguró a eldiario.es , la arquitecta Karmele Rekondo.
El reto, según el feminismo, es que frente a la concepción de ciudad, que obliga a enfrentar grandes desplazamientos diarios, prioriza los coches, fomenta los espacios en desuso, es que se busca hacer aportaciones hechas desde varios ámbitos del urbanismo y la arquitectura sobre la proyección de ciudades sostenibles, aptas para la vida cotidiana y centradas en las necesidades de las personas y no sólo un grupo.
Según explica Karmele Rekondo a el diario.es, en las actuales ciudades hay sujetos excluidos del desarrollo urbano “como las mujeres que limpian en turno nocturno las oficinas. Normalmente no disponen de coche propio, pero el transporte público a la supuesta hora de salida del trabajo reduce su frecuencia. Es frecuente la imagen de una mujer o un grupo de mujeres que se organizan para no ir solas esperando a un autobús”.
Pero contrario a lo que aparenta, las ciudades diseñadas por el urbanismo feminista no solo buscan pensar en las mujeres, más bien buscan incorporar una visión que hable de problemas universales y no se reduzca a las necesidades de la mujer.
“Hasta hace poco la participación era meramente consultiva. Les preguntaban a las personas si querían una plaza redonda o rectangular, pero en ningún caso se les preguntaba si lo que necesitaban era una plaza nueva o si lo prioritario era hacer accesibles las escaleras por ser un barrio envejecido”, indicó Rekondo a eldiario.es.
Por Vicente Rendón