A lo largo de la historia de México, el maestro ha tenido un papel cambiante pero siempre trascendental para el desarrollo del país. Su labor como formador de ciudadanos le otorga una gran responsabilidad y un enorme compromiso social.
Esto lo convierte en una de las profesiones más importantes e indispensables pero también más difíciles en México. Actualmente un 72 % de ellos señala no tener acceso a programas formales de capacitación o actualización, esto confirma la percepción de la sociedad mexicana (43 %): el mayor problema educativo es la preparación de los maestros.
Esta no es la primera vez que los maestros están en una situación difícil, por eso su identidad ha experimentado una transformación con el transcurso de los años, como los que te presentamos a continuación:
Época prehispánica: guía de sabiduría
Era considerado como un guía sabio, prudente y amable por lo que se le profería respeto. De acuerdo a los Anales de Cuauhtitlán, para la historia prehispánica del centro de México en el Códice Chimalpopoca, era definido como el maestro de la verdad que ayudaba a otros a desarrollarse, les abría sus oídos y los iluminaba. Era visto también como un maestro de guías que confortaba corazones de todo aquel que se acercara a él.
Época colonial: evangelista y modelo
En esta época, el principal objetivo de la educación era convertir a los indígenas al cristianismo, y tenía como líderes a los frailes religiosos, quienes dirigían las doctrinas en las parroquias en las que enseñaban y evangelizaban a través de pinturas, catecismo con dibujos, danza, teatro y música. Además de fundar colegios e internados para indígenas.
Citando a Cayetano Reyes Morales, el maestro debía ser “pulcro, bien vestido, español, cristiano y de buenas costumbres, enérgico, severo y sin titubeos, además dinámico a favor de la sociedad, nunca debía mentir ni engañar”.
El positivismo: científico
La educación positivista en México fue visible a finales de 1870, con la adaptación de los principios fundamentales del positivismo: amor, orden y progreso. El objetivo era inculcar una visión científica del mundo, con la intención de que el alumno se explicara los fenómenos naturales de manera racional. Al mismo tiempo y por la gran cantidad de epidemias y enfermedades, se agregó el tema de la higiene en la educación; este enfoque reforzó la enseñanza de la moral de tipo civil para dejar atrás la del tipo religioso y poner énfasis en la identidad nacional.
Nace la Secretaria de Educación Pública: humanista
En 1921 durante el periodo de Alvaro Obregón, se creó la SEP y estuvo a cargo de José Vasconcelos, quien vio en la enseñanza y la cultura el medio para regenerar al pueblo y reforzar su identidad; se le dio énfasis a la educación en el campo y se crearon las primeras escuelas rurales.
Iniciaron las misiones culturales, en las cuales los maestros recorrieron el país para impartir cursos, oficios y enseñar sobre agricultura e higiene.
Guerra cristera: rebelde
Desde entonces, el enfoque de la SEP era formar ciudadanos leales con una visión racional de la vida; sin embargo, de una educación humanista, en algunos casos, se pasó a una educación antireligiosa, lo que generó antipatía social por los maestros. Ciertos docentes fueron atacados, mutilados y hasta asesinados por ser vistos como agentes al servicio del gobierno.
Sin importar el conflicto religioso, Vasconcelos veía al maestro como la figura que debía remediar a las masas consideradas incultas y guiarlas al desarrollo. Esto hizo que comenzara a ser respetado y a ser reconocida su labor en la comunidad; así, el maestro se convirtió en la persona más importante junto con el sacerdote en los pueblos.
Lázaro Cárdenas 1934 – 1940: agente de cambio social
Gracias a las misiones culturales, se incrementó el número de escuelas en las que se hizo un esfuerzo por mejorar las condiciones de los profesores. El maestro fue visto como agente comunitario y de cambio social. De igual manera, en el ámbito social y académico nacieron el Instituto Politécnico Nacional (IPN), El Colegio de México (Colmex) y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), entre otros.
Manuel Ávila Camacho 1940 – 1946: apóstol y perezoso
Más adelante, se suprimió la educación socialista y se enfatizó en la unidad, la familia y la moral. Se volvió a considerar al magisterio como una especie de deber religioso y al maestro como un apóstol o sacerdote.
En los 60, debido a los bajos sueldos, el maestro se volvió a sentir devaluado y poco apreciado por la sociedad. Una parte de ésta, lo definió como perezoso, sin tomar en cuenta las condiciones en las que laboraba.
Finalmente a inicio de los 90, se pensó que el maestro retomaría su valor y papel si se mejoraban sus condiciones de trabajo al hacer énfasis en su preparación y actualización.
El maestro del siglo XXI
Hoy, aún los maestros se enfrentan a diferentes desafíos y múltiples tareas: deben trasmitir el conocimiento, tener un alto compromiso para continuar capacitándose, dado que vive en un mundo de constante cambio y deben combatir la brecha generacional, y así ser capaces de resolver problemas relacionados con su contexto, como la inclusión y las diversas dificultares de aprendizaje.
Ser maestro no es sólo desarrollar actividades a partir de un programa académico, su aportación va mas allá, contribuye a la mejora de la persona, la familia y la sociedad.
Por Karen Saenz