Sangre y fuego, tradiciones aniquiladas y la desaparición de una cultura milenaria. Podría ser la trama de una película gore. Nada como mostrar unos cuantos cuerpos pelear contra otros a ritmo del viento y con la selva de fondo. Unos ganando, otros muriendo, pero siempre con el honor en lo alto. Sin embargo, el guión resulta aún más impactante si en verdad ocurrió. Algo similar es el episodio de la conquista española que casi nadie recuerda, desaparecido de los libros de historia y del conocimiento popular: antes de someter y evangelizar a los mexicas, los mayas enfrentaron la invasión española.
La historia oficial no menciona a los mayas como personajes centrales, ni siquiera remotos del episodio de Conquista. Sin embargo, el proceso de conquista del sureste mexicano y parte de Centroamérica fue una de las ocupaciones forzadas más violentas y sanguinarias, al grado de que los gobernantes preferían ceder sus tierras o riquezas a cambio de mantener a su gente viva; no sana y ni salva, ya que las mujeres eran violadas y los hombres esclavizados. Muchos de ellos desaparecieron sin dejar rastro con el afán de evadir la conquista.
Yucatán: la primera exploración
Era 1511 y contrario a lo que se piensa, el mundo maya aún existía, con conflictos entre los distintos reinos, la caída y auge de ciudades, gobernantes y todas las actividades que caracterizan a una civilización milenaria. Cierto día, el panorama nativo se vio mermado por una embarcación de nombre Santa María de la Barca, que había navegado a lo largo de la Costa de América Central bajo el mando de Pedro de Valdivia.
Justo cuando pasaba cerca de Jamaica, la carabela chocó con un arrecife y se hundió junto a la mayoría de tripulantes, excepto Gonzalo Guerrero y Jerónimo de Aguilar, quienes a bordo de un pequeño barco, se transportaron hasta hallar tierras seguras. Así, arribaron a Yucatán. Al verlos de un color blanquecino, desnutridos y con armaduras brillantes en el cuerpo, un grupo de pobladores los tomó y los llevó como prisioneros ante Halach Uinic, un señor maya. Para entonces, se supo que el capitán Valdivia había sido “salvado” por los mismos pobladores quienes lo asesinaron junto a otros tripulantes y enseguida sirvieron su carne en una fiesta.
Aguilar y Guerrero huyeron de los captores para llegar a otro sector maya en el que de igual manera fueron apresados y posteriormente autorizados como esclavos. Luego de un tiempo, Gonzalo Guerrero era el esclavo “oficial” del Señor Nachan Can de Chetumal, poco a poco fue subiendo al grado de llegar a ser un jefe de guerra que sirvió contra los enemigos de Nachan Chan, en 1514. La primera expedición española en tierra maya no tuvo mayores consecuencias. En cuanto a Aguilar, él permaneció como esclavo hasta la llegada de Cortés, cuando se convirtió en uno de sus intérpretes.
Cuba, españoles y el interés en las costas mexicanas (1517-1518)
Francisco Hernández de Córdoba se encontraba asentado en Cuba y luego de escuchar el violento relato que involucraba a sus compatriotas, inició una expedición a la península de Yucatán que, extrañamente fue seguida y apoyada por algunos mayas. Durante el camino algunos españoles murieron y de pronto se vieron rodeados de un grupo de mayas dispuestos a defender su territorio quienes ante el ataque, resultaron heridos y capturaron alguno de ellos para ser usados como guías y que la flota española pudiera saquear las tierras.
Uno de los españoles descubrió que las flechas que usaban como armas tenían veneno impregnado en ellas por lo que la muerte era lenta y se vivía la agonía del veneno recorrer cada rincón del cuerpo; el cual entraba lentamente por la sangre y se almacenaba en cada poro. Con esto como antecedente, los españoles rehusaron las flechas sobre los mayas capturados y sin reparo las clavaban en los cuerpos, como si de un juego se tratara, mientras los veían sufrir.
Entre sangre y sufrimiento llegaron a Campeche, en donde amenazaron con asesinar a más pobladores, pero fracasaron en su primer intento. Justo antes de que saliera el Sol, la pequeña, pero sangrienta conglomeración española, se vio rodeada de un gran ejército maya el cual no sólo lanzó flechas envenenadas, sino que se decidieron a luchar cuerpo a cuerpo contra los captores, quienes no tuvieron más reparo que rendirse luego de una hora de pelea, la mitad de sus hombres heridos y otro buen número de ellos muertos. Hernández de Córodoba había dirigido la expedición de lejos, como si se escondiera de ellos, por eso, antes de ser atacado mordazmente, suspendió la misión y regresó a Cuba en donde se encontraba a salvo.
En su regreso, Francisco Hernández de Córdoba escribió a Diego Velázquez, gobernador de Cuba quien al saber de toda la riqueza material que había en Yucatán, realizó una expedición que sonaba más a una broma luego de los antecedentes. No obstante, preparó a un grupo de hombres más grande con la fiel creencia de que la violencia extrema y una actitud sanguinaria lo llevarían a hacerse de nuevas tierras.
Con Juan de Grijalva al frente de las tropas por mandato del gobernador, la primera flota llegó al puerto de Cozumel haciendo alianzas con algunos pueblos sometidos para poder entrar en territorio maya de manera segura y “amigable”. De este modo, algunos pobladores aceptaron y el paso de la tropa española fue de fácil acceso, hasta que al llegar a cierta región los mayas no quisieron negociar con agua. No hubo que insistirles, Grijalva no se andaría con juegos, por lo que ordenó abrieran fuego con un prototipo de cañón. Esta acción asustó a los pobladores que huyeron del sitio, dejándolo en bandeja de plata a los conquistadores.
Más forzados que dispuestos, los mayas cedieron parte de su territorio y se convirtieron en intérpretes y mensajeros, así como en traidores obligados, sometidos a torturas impensables con tal de obtener información de pueblos los pueblos aledaños y las civilizaciones que aguardaban en el centro de México para llevar a buen puerto la conquista.
Hernán Cortés: un personaje conocido
Grijalva regresó a Cuba para escribirle a Hernán Cortés y darle cada detalle de la primera empresa española en la América continental. Así, con 500 hombres a su mando, caballos y una gran flota de barcos, el español inició la ruta que habría de cambiar la historia de México, haciendo una primera parada en Cozumel, donde rescató a Jerónimo de Aguilar de su condición de esclavo. La Batalla de Centla marcó el primer gran triunfo de Cortés sobre los mayas, que en lo consecutivo debieron pagar tributo y cooperar con los intereses españoles, hasta que la expedición tomó rumbo a Veracruz, con destino al centro de México.
En 1521, la historia tomó el cauce que todos conocemos: Cortés conquistó Tenochtitlán, sin olvidar el territorio maya al que volvería en 1525, con una ceremonia oficiada por los sacerdotes que le acompañaban. La misa culminó con la presencia del Rey de los Itzaes quien quedó maravillado ante la grandeza de Cortés. Así, el conquistador español aseguró el territorio, lo que sirvió para darle paso y seguridad a otros aventureros españoles que a sangre y fuego, establecieron ciudades en el sureste mexicano.
De esta manera con el paso de los años y tras ver diferentes colonizadores llegar e irse, los mayas adoptaron algunas tradiciones y estilos de vida como el catolicismo y el orden económico, así como el uso de nuevas herramientas de trabajo, animales que sirvieron para el sustento personal y social y algunas reglas de convivencia en grupo. Tristemente, el mundo maya fue dejando atrás la grandeza particular que lo caracterizaba como el avance en matemáticas y astronomía, así como la forma de organización y el resto de su cosmogonía.
Las crónicas indígenas indican el profundo dolor de la Conquista, el sometimiento a base de violencia y la resistencia que poco a poco fue desapareciendo para aceptar la imposición de creencias, costumbres e instituciones crearía un mundo completamente diferente en el que, a pesar de todo, el indígena maya ha impregnado un poco de sí, aunque no lo suficiente para subsistir como la gran potencia que algún día fue.
Por Diana Garrido