Qué es el amor según la ciencia

John Lennon definió el amor con una canción (¿acaso lo podía hacer de otra manera?) que dice: «Love is real, real is love. Love is feeling, feeling love. Love is wanting, to be loved. Love is touch, touch is love. Love is reaching, reaching love. Love is asking to be loved. Love is you, you and me. Love is knowing we can be. Love is free, free is love. Love is living, living love. Love is needing to be loved».

El sencillo título de esta pieza es ‘Love’. Representa una de las maneras más directas y sinceras para definir un sentimiento al alcance de todos pero, al mismo tiempo, tan lejano. En ella, podemos leer de una manera muy general lo que experimentan dos personas cuando se enamoran, cuando sienten el amor brotar de su cerebro y su corazón.

Los científicos coinciden en que el amor vive tres etapas perfectamente establecidas…

La primera de ellas es la lujuria, en la cual mujeres y hombres experimentan una sacudida de estrógeno y testosterona que los hacen sentir deseos sexuales por el otro.

La segunda etapa es conocida como atracción. Los niveles de serotonina disminuyen en este segundo nivel del amor y en cambio, existe una subida de dopamina y norepinefrina. Las parejas continúan con una sexualidad entregada.

El tercero y último de los procesos que se viven en el amor es el apego, en el cual la lujuria y la atracción se han estabilizado y sustancias como la oxitocina y la vasopresina se suceden en grandes cantidades en el cerebro. Las mismas permiten que la pareja permanezca estable y manteniendo una relación monógama. Se concentran en grandes cantidades en el organismo después del orgasmo.

Una vez transcurridas estas etapas, que para los científicos tienen una duración cercana a los cinco años, el ser humano, desde el espectro de lo biológico y lo neuronal, está capacitado para iniciar el ciclo de nueva cuenta con otra pareja. Es decir, el sentimiento de monogamia desaparece y fija sus instintos animales en otra persona. Todo ello es por el simple y sencillo hecho de la supervivencia de la especie.

Lo anterior no quiere decir que la raza humana sea incapaz de mantener relaciones monógamas durante un tiempo prolongado. De hecho está en su naturaleza hacerlo. La oxitocina es la responsable de ello. Como ya se ha visto, dicha sustancia es la responsable de crear los lazos afectivos más allá de la mera atracción sexual. Las caricias, los besos, las palabras dulces, los abrazos y la convivencia constante, la liberan en grandes cantidades.

Aunque un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Cambridge y publicado en la revista Science revela datos oscuros o incómodos al respecto: en él demuestran que lo que hace a un hombre monógamo es el deseo por mantener a una pareja estable por miedo a perderla a manos de otro “macho” y carecer de un medio reproductivo que le asegure descendencia.

El amor es uno de los elementos de la vida que mayor bienestar proporcionan a los habitantes de este planeta. Es obvio que gran parte de la existencia esté sustentada en el amor. El ser humano lo lleva en la sangre, en el cerebro, en cada órgano del cuerpo. Muchas decisiones están sustentadas en él, la publicidad se vale de esta condición para vender, para implementar nuevas ideas y necesidades; la literatura y el arte en general lo han convertido en su modus operandi. Cuando se dice que el amor está en el aire no se miente: más allá de la atracción a través del olor, la pasión y el romance se pueden percibir a cada instante y lugar.

Su importancia radica no sólo en que es esencial para la reproducción de la especie sino para la protección de la misma. El amor de pareja tiene la misma importancia que el amor filial, ya que en éste el cuidado de los padres a sus hijos permitirá que la descendencia crezca sana y fuerte.

Diversos estudios estipulan la teoría de que la elección de un hombre por parte de una mujer radica no sólo en el sentimiento de protección que él sea capaz de darle a ella, sino en la tendencia que tenga al buen cuidado de los hijos. Ésta es una muestra de que las habilidades en el amor filial llevan al ser humano a sentirse atraído por alguien.

¿Cómo se logra una relación a largo plazo? Es una de las preguntas más difíciles de responder entre estudiosos, psicólogos y sobre todo, parejas. Los expertos en relaciones humanas mencionan que pese a la tendencia polígama de una gran parte de los miembros de la raza humana, y de los mamíferos en general, es posible que una relación se mantenga sólida, estable y llena de amor, siempre y cuando se atiendan las diversas necesidades del hombre y la mujer. Estas necesidades son el reconocimiento, la confianza, una comunicación efectiva y una celebración de los momentos importantes en sus vidas.

«Cuando sientes que tu pareja te complementa y te hace ser una mejor persona, el amor crece. Pero en el momento en que crees que ya no puedes aprender más de él/ella, o piensas que ya sabes todo lo que tiene que ver con ese individuo, pierdes interés», complementa Stephanie Ortigue, neuropsicóloga de la Universidad de Syracuse, en Estados Unidos.

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