Tatuarse es un arte y hubiera sido más doloroso sin Thomas Alva Edison

Te encanta lucirlos, te encanta cómo ese diseño que empezó como algo muy pequeño hace unos años ahora ocupa gran parte de tu cuerpo. Te enganchó o está por engancharte. Quizá tienes un deseo recién adquirido: quieres tinta en tu piel. En todo caso, el conocimiento nunca está de más y a lo mejor saber un poco del origen del tatuaje termine por convencerte, finalmente, de qué te puedes tatuar.

Vale la pena preguntarse por qué nos tatuamos. Hoy podría responderse que por moda, gusto o simple vanidad, pero hay una relación histórica con la tinta y la piel que no se puede ignorar.

Evidencias de que la humanidad ha estado tatuándose desde hace siglos han sido halladas en partes tan diversas del mundo como Egipto, Perú y Siberia. En septiembre de 1991, durante una expedición por los alpes en la frontera de Austria e Italia, dos expedicionarios se toparon con la momia de un hombre con 61 tatuajes en todo su cuerpo. Los científicos que examinaron el cadáver determinaron que perteneció a un hombre que vivió alrededor del año 3.300 a. C. y sufría artritis en los lugares donde estaba tatuado, lo que sugiere que los tatuajes tendrían un fin mágico-curativo. Apegado a símbolos o formas con significado, el hombre aliviaba sus dolores de esta manera. Lo mismo ha sido hallado en momias de Egipto, Perú y Siberia que datan desde hace más de mil años.

Los tatuajes también formaron parte de ritos antiguos en todo el mundo. Los maoríes son una etnia polinesia que llegó hace siglos a las islas de Nueva Zelanda. Sus integrantes se caracterizaban sobre todo por poseer tatuajes faciales con diferentes diseños, que se realizaban con técnicas muy dolorosas durante sesiones de días enteros, cubriendo sus cuerpos y rostros. Tener tatuajes era un símbolo de valentía, de hombría y de prestigio social. En un sentido práctico, también denotaba su rango en la sociedad, así como sus destrezas y hazañas.

“Moko” es el nombre de esos peculiares diseños, que contenían información detallada de la persona que lo portaba, como su estatus social, conexión con el propio cuerpo y energía. Asimismo, sus únicos diseños los hacían sentir orgullosos de su raza e historia. Este arte ha estado estrechamente relacionado con el hombre a través del tiempo, de manera diferente pero sin excepción. La ornamenta permanente sobre los cuerpos parece una obsesión colectiva.

Aproximadamente mil años antes de Cristo, el arte del tatuaje se expandió por Europa y África  y de ahí llegó a Asia. En China, Japón y la India se convirtió en una práctica común. Con el tiempo, el significado de los tatuajes fue cambiando, dependiendo de la cultura y de la región. En Japón, por ejemplo, tras la caída del shogunato y en medio de una sociedad con antiguos samuráis trabajando como mercenarios, tomó una connotación distinta y se vinculó con los criminales. Hoy, los Yakuza, la mafia japonesa que controla el mercado de droga, contrabando y la trata de blanca, tiene como su distintivo complejos diseños volcados en tinta, además de un estricto código de honor relacionado con ellos.

El tatuaje es un arte universal. En ese sentido, ha tenido estilos y formas de hacerse que han variado con el tiempo, pero básicamente, en sus inicios, para realizarse un tatuaje se requería de mucha paciencia y cierta resistencia al dolor. Para plasmar diseños solían utilizarse huesos de animales, picos de aves, tendones, dientes de jabalí y púas de pez y pigmentos naturales. Los esquimales los usaban con una técnica peculiar que era “coser la piel”, un método muy doloroso pero aún practicado en Santa Bárbara, California, por un tatuador que los realiza sustituyendo el hueso y tendones por aguja esterilizada e hilo de algodón.

Acelerar el proceso significó una gran avance y todo se le debe a Thomas Alva Edison, quien en 1876 inventó un lápiz perforador eléctrico que hacía agujeros en un papel. Este aparato se usaba para duplicar documentos, pero sentó las bases para cambiar para siempre el rumbo de este arte, que empezó a utilizarse con fines netamente ornamentales. En 1891, Samuel O’ Reilly, inmigrante Irlandés y considerado como el primer “rock star” del tatuaje, modificó y patentó la invención de Alva Edison y construyó la primera máquina de tatuar.

Como con todo desde la revolución industrial, muchas cosas han cambiado para las personas. Se ha asociado a este arte con subculturas diversas, como la de los marineros, los piratas, los motociclistas, los cirqueros, cada uno con un compendio y un estilo diferente. En teoría, este arte empezó con significados más allá de lo estético. Sin embargo, hoy tatuarse también puede responder a necesidades simbólicas o espirituales, por llamarlo de alguna manera. Tatuarse para conmemorar a alguien, la muerte de un ser querido, por ejemplo, o para sellar una amistad o un amor. El nexo de la tinta con el cuerpo pasa por la proyección simbólica de lo que significa para nosotros tatuarnos, como si al portar la estampa de una persona en la piel se llevara viva su esencia, su poder, su imagen viva. También hay algo terapéutico en el hecho de soportar dolor en aras de lucir algo que representa un hecho importante en nuestras vidas. En ese sentido, incluso en la actualidad el tatuaje tiene connotaciones rituales.

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recuperado por: Monze Gomez — whhatsapp: 5542467459–

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